Como principio hay que separa lo que es una meditación de una visualización. La meditación tiene como objetivo calmar la mente, sólo eso. Existen cientos, quizá miles, de técnicas para meditar. Algunas se apoyan en sonidos, otras en dibujos, otras en posiciones corporales; pero todas buscan lo mismo, calmar la mente, liberarla. Por lo anterior, en meditación no se busca imaginar, ni visualizar, ni interpretar, ni ver colores ni nada semejante, esos son estadios en el camino del fin que se busca.

Entre todas las técnicas que existen, hay una que es la más sencilla de todas porque lo único que implica es prestar atención a la respiración. Es el único secreto. Se puede hacer sentado, acostado, caminando. La meditación vipassana simplemente es cerrar los ojos, en los primeros tiempos de práctica, y poner la atención en la respiración. Obviamente, en los primeros intentos, será difícil llevar la atención a la respiración, pero eso no importa, se vuelve a intentar una y otra vez.

Con el simple hecho de practicar esta respiración conscientemente, 10 minutos diariamente (puede hacerse más tiempo o varias ocasiones al día), puede comenzar a notarse un cambio radical en la forma en que los pensamientos llegan a nosotros, ya no con en esa marejada desbocada, sino de una forma más calmada, sin neurosis. Además, ayuda a reducir el estrés, lo que tiene efectos muy positivos en la salud. Mejora la memoria, la oxigenación, la circulación, excelente para el control de la presión arterial y muchas cosas más.

Al hacer de la meditación una práctica diaria podremos vivir más plenamente el presente, ser conscientes del aquí y ahora, y cambiar nuestra actitud ante la vida, lo que cambia nuestra realidad. Es sorprendente darse cuenta de cómo un mismo hecho que antes podía sacarnos de nuestras casillas, después llevar un proceso de meditación constante, puede convertirse en algo de lo que obtenemos enseñanzas que nos hacen crecer como personas.

Sólo hay que sentarse, cerrar los ojos, y respirar poniendo toda nuestra atención en ello. Si algo nos distrae, solo hay que regresar la atención a la respiración. Nada importa, sólo la respiración, es lo único, ni la incomodidad, ni la temperatura, ni los ruidos, ni los pensamientos; únicamente el aire entrando por la nariza y saliendo por la nariz o por la boca.