Cuando comenzamos a transitar el camino de la espiritualidad, de las primeras cosas que aprendemos es a vigilar el pensamiento. Buscamos cambiar los patrones de pensamiento que hemos programado a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, muchas veces lo hacemos de la manera equivocada.

Para empezar es necesario tomar consciencia de lo que realmente estamos pensando y eso implica observar la mente, para lo cual es necesario practicar la meditación. El segundo paso sería cambiar esas formas de pensamiento, para lo cual podemos ayudarnos de afirmaciones o decretos. Pese a nuestras buenas intenciones, muchas veces no nos percatamos que estamos sumando más contradicción a nuestro pensamiento en lugar de mejorarlo. Como principio debemos saber que nuestro inconsciente no reconoce la palabra “no”, por lo que si queremos cambiar una programación usando esa palabra, lo único que logramos es reforzar lo que queremos cambiar.

Hay tres reglas básicas que podemos utilizar para crear nuestras propias afirmaciones o decretos. Deben ser hechas en presente, en positivo y en primera persona. Es decir, “yo soy una persona positiva”, “yo soy abundante financieramente”, “yo estoy lleno de salud”; por ejemplo.

Es recomendable, también, mantener las afirmaciones cortas, no más de 12 palabras y no tratar de englobar todos los cambios que queremos hacer. Deben ser de fácil memorización para poder repetirlas sin mucho esfuerzo, pero de forma constante.

Si a la repetición de afirmaciones puede añadirse la toma de consciencia sobre el origen de la programación que deseamos cambiar, estaremos dando un paso muy importante en nuestro crecimiento personal. También es recomendable hacerlo por un tiempo prolongado, es decir, no repetirlo solo un par de veces en el día, sino darnos el tiempo de hacerlo al menos tres veces al día por unos 10 minutos y durante periodos mínimos de tres meses para realmente sustituir las ideas y programaciones anteriores.

Louise L. Hay es una de las autoras que más profundizaron sobre el poder de las afirmaciones, muchos de sus libros nos hablan sobre estas extraordinarias herramientas y nos comparte cientos, sino es que miles, de afirmaciones para todo momento. Fue una de las maestras espirituales más reconocidas de nuestros tiempos y gracias a ellas, la humanidad cuenta no solo con las herramientas sino con un ejemplo de vida espiritual magnífico.

Recuerda, son tres simples reglas: primera persona, en tiempo presente, en positivo.